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Disfrutar de los placeres de una vida que se ofrece sin máscara

viernes, 18 de febrero de 2011

¡ARRANCAME ESTA PIEL!

Cada noche esperaba hasta muy tarde para irse a dormir, solo imaginarse tumbado en la cama queriendo iniciar el sueño, le angustiaba. Ni los somníferos más fuertes conseguían apartar de su mente la profunda desazón que le producía saber que Somnus, Hipnos, Morfeo, todos juntos como cada noche, le visitarían para recordarle que en sus sueños vería representada toda la pendiente por la que el hombre empezó a despeñarse, y ya no quedaba espacio para los bellos paisajes donde poder correr junto a la esperanza, el momento se acabó para quienes no supieron entender que no es el tiempo, si no la vida que elegimos vivir lo que importa.
Se unía las manos implorando a no sabía bien que dios, que le dejase aunque solo fuera por una noche dormir en el palacio de la ilusión, creer que abriendo las puertas aparecerían todas las hadas para cantarle las más bellas canciones de amor, esa palabra que tantos usaron sin dejar expresarse, para convertirla en mercancía que vender en las grandes superficies; hasta los que pregonaban el odio decían hacerlo en nombre del amor al hombre,  disfrazándolo de un personaje tan grotesco que ni siquiera se reconocía en los espejos, cada vez que algún monstruo apretaba sus manos junto al corazón, ya vencido por el dolor de saber perdida la batalla en esta existencia.
Decidió no tener prisa ni anticiparse a las circunstancias, sabía muy bien que pronto pasaría al nuevo camino que para él había diseñado el destino; Se preguntaba si estaba preparado para dar ese salto, si lo vivido correspondía a lo que de él se esperaba, no encontró a nadie que supiera responderle, todos estaban en la misma situación sin comprender cuando serían consciente de su salto al otro principio.
 ¡Qué tremenda dificultad! No poder compartir con casi nadie ese deseo de salir de esta piel que envuelve lo ficticio, como el alma se empieza a ahogar queriendo gritar a todos los sordos, que esta no es la vida que nos toca vivir, sino que es la muerte del sentido más grande por el que somos creados.
Cada noche antes de dormir acariciaba su piel desnuda, quizás el placer de su carne le devolviera al olvido que durante tanto tiempo le permitió seguir aguantando esta travesía con final de derrota; El verdadero motivo empezaba a estar cada vez más claro, y para ello necesitaba arrancarse la piel que no le permitía ser quien era. Divisaba la luz, solo faltaba un pequeño trecho, y era conocer que junto a sus pasos avanzaba la comprensión de por qué era importante todo lo que ahora sabía.
La existencia son surcos de un campo arado mucho más grande que el que nuestra vida puede ver, solo dejando esta cascara veremos la dimensión real del espacio.

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