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viernes, 18 de febrero de 2011

LA ESPERA

Quedo a las ocho de la mañana en el hospital con su amigo Raúl. Era el primer día en el que debían hacerle todas las pruebas, para conocer con todo detalle cual era la enfermedad que le estaba haciendo tanto daño. Para ese día escogió como vestimenta, una camiseta azul con un pequeño castillo estampado en ella y un pantalón vaquero desteñido; Su pelo corto, casi rapado, le confería una imagen más delgada de lo que en realidad era. Sentado junto a Raúl, no paraba de mover las manos, cruzaba constantemente una pierna sobre otro, para cambiarla después. Su mirada se perdía en todos los carteles colgados en la sala, que indicaban unos como cuidarse la enfermedad, otros como no sentirse desplazado o solo. Las demás personas que esperaban en la sala, compartían la ansiedad y el miedo que aquella visita producía. Era un desfile de miradas ausentes, donde ninguno se atrevía a fijar sus ojos en otro, no fuera a ser que alguna señal o mueca delatara que ya estaba invadido por la enfermedad que había convertido a los que la tenían, en seres culpables de un crimen contra la vida. De vez en cuando cruzaba alguna palabra con su amigo, palabras que solo contenían trocitos de espacio para rellenar la larga espera; Después de una interminable hora de asfixia, una enfermera dijo su nombre en voz alta buscando entre todos a alguno que respondiese. Se levantó de su asiento de plástico gris y con la máxima velocidad que le permitía su agobio se acercó a la joven; Ella le hizo pasar a una sala donde le esperaba una doctora con bata blanca, gafas con montura plateada y una expresión en la cara difícil de descifrar. Le pidió que se sentase frente a ella, lo miro a los ojos y directamente le dijo:-Está usted infectado-.
En ese momento se imagino que todo su cuerpo se descomponía en trozos de carne podrida, toda su vida paso por su mente, sintiendo que solo le quedaba aprender a decir adiós, porque en ese instante dejaba de respirar. El castillo que llevaba pintado en la camiseta se derrumbó, sus ojos cambiaron de color y su voz enmudeció; Nada pudo responder ni preguntar, solo lloró sin consuelo. Pasados los años vive en el mundo de los que saben cómo avanzar sin mirar atrás, porque la vida no da más esperanza que la que seas capaz de construir.

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