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miércoles, 27 de abril de 2011

LA ANGUSTIA

Andaba lo más deprisa que podía, eran las doce menos cuarto y aurora llegaba tarde a su cita con el doctor. Dejar a los niños en el colegio, comprar el pan antes de que cerrase la panadería, por si a la vuelta de la visita con el doctor estuviese cerrada. Subió a la cuarta planta, que es donde estaba la consulta, se sentó en una pequeña sala de espera, hasta que la avisaran. Mientras esperaba, por su cabeza pasaban todas las cosas que quería decirle, estaba algo nerviosa, eso de ir a un médico para asuntos de los nervios no le daba mucha confianza; Se había puesto una blusa marrón, una falda beige y unos zapatos negros, un pañuelo color crema en el cuello, el pelo recogido en una pequeña coleta y un par de pinzas sujetándola.


Su bolso negro no era ni muy grande ni tampoco muy pequeño, lo justo para llevar las cosas que necesitaba. Como contarle a una persona desconocida, tantas cosas que anidaban en su mente. Después de quince minutos, salió una enfermera para avisarle que ya podía pasar; Entró despacio, como una niña asustada que ha cometido alguna travesura, el doctor le indico que se sentará en una silla que había frente a su mesa.


-Por favor siéntese, póngase cómoda-Aurora se sentó, alisándose la falda y agarrando el bolso con las dos manos. El doctor le preguntó con mucha delicadeza-¿Cómo se siente?-Aurora no sabía muy bien si esa era una pregunta con trampa, o solo quería ser amable. Contestó lo mejor que pudo-Pues verá “usté” doctor, a mi me ha dicho mi medica de cabecera que venga a verlo porque estoy algo nerviosa últimamente, yo le he dicho que es normal, con los niños, la casa, y este marido que tengo, que siempre me está pidiendo que haber si hago un esfuerzo y adelgazo un pelín. No es que coma mucho pero la angustia de ir todo el día corriendo me hace comer a cada momento, además está lo de las cosas que mi marido me pide por las noches, antes todo era muy normal, pero desde que vio una película sobre “como ser original en el amor” me tiene loca; Cada día es una aventura, imagínese, ayer sin ir más lejos, quería que de vez en cuando mientras lo hacíamos, le mordiese la rodilla, como comprenderá una no está acostumbrada a estas novedades en la cama; mi marido dice que lo que pasa es que soy un poco antigua, ¡antigua! Como si morder una rodilla tuviera algo que ver con la modernidad. Estoy un poco harta de sus inventos. Siempre he sido muy esposa para todo lo que él quería, pero me tiene de los nervios con sus caprichos. Encima uno de los niños me ha dicho que en el colegio le han cogido manía, por que viste mucho de rojo, dice que todos se burlan de él y le llaman “el tomate”, eso sí que me angustia, a mi niño no me lo toca nadie. Ya he ido a hablar con su profesora, y me ha dicho que ya se sabe como son los niños, que es algo pasajero y que pronto se les pasará; Pero yo no puedo dejar de pensar que mi Pedro está pasándolo mal; el otro día sin ir más lejos, hable con una de las madres de uno de los niños que lo acosa. ¿Y qué cree que me respondió? Pues me dijo “que si mi niño le gusta mucho ir de rojo será que tiene algo raro”, ¡algo raro!, rara ella y ese bigote que no acaba de quitársele nunca.


Además no llego nunca a final de mes, y mi marido me pregunta que en qué me gasto el dinero que gana. –Y usted que le responde-preguntó el doctor-pues que si quiere que me apañe mejor con el dinero, pues que me dé más, que para la miseria que gana, no se pueden hacer milagros. Como “esté” comprenderá no le gusta nada que le diga que gana poco, y entonces viene cuando me echa en cara que solo compro tonterías, y me gasto el dinero en caprichos; Como va a ser un capricho comprarle unas carteras nuevas a los críos, si no les dura nada, o la ropa, cada mes hay que cambiárselas, ¿o es que no crecen las criaturas?, que” lastimica” con lo bien que se apañan con lo que les pongo. Además vivo en un barrio que esta últimamente” abarrotao” de inmigrantes, y no es que yo tenga nada contra ellos, pero noto que las calles ya no están igual, es como si el olor de sus comidas, que son las que guisan en sus países, se ha “pegao” en todas partes, cada vez que tiendo la ropa, lo tengo que hacer a una hora que no cocinen, si no huele como a carne. Hay mucho miedo a la delincuencia, no puedo dejar que los niños jueguen hasta muy tarde en el parque, no se sabe que gente puede pasear por allí cuando empieza a oscurecer. Como verá son muchas cosas las que me tienen angustiada. Para colmo mi madre dice que está deprimida, porque sus hijos no la cuidan como antes. Es todo un sinfín de cosas que no acabaría nunca de contarle. ¿Cree que tengo algo malo doctor?-El médico la miró a los ojos, esbozó una sonrisa, y le dijo-Usted no tiene nada malo, solo tiene lo que mucha gente en estos tiempos, que todo es correr y correr, solo puedo recetarle estas pastillas para que el día le pase más tranquilo, y cuando vea que se va sintiendo mejor, las va dejando, pero poco a poco, un día una mitad y otro día nada, hasta dejarlas del todo; Si vuelve a sentirse inquieta las vuelve a tomar.


Aurora le dio las gracias, se levantó de la silla y salió de la consulta, al llegar a la calle se quedo un instante mirando la avenida que se abría frente a ella. Por su cabeza pasaron todos los momentos que habían hecho posible que estuviera ahora donde estaba; Se encaminó hacía su casa, cuando de pronto le sonó el móvil-Si dígame-contestó, al otro lado una voz de mujer le respondió- Señora, le llamo del colegio, su hijo Pedro se ha pegado con un niño, cuando pueda debería venir- Ella contestó-si sí, no se preocupe que enseguida voy- Sin dejar de caminar comenzó a llorar, no había manera de apartar esa angustia que no la dejaba vivir.

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