Nadie
olvidó aquella tarde de verano
Niños,
mujeres, hombres y ancianos
Todos
fueron testigos de la pena de Ana “la de la trenza”
Ni
un solo pájaro se atrevió a cantar en las horas negras
Muchas
caras se escondieron por la vergüenza
Nada
ocurría hasta que todo quiso ocurrir de golpe
Las
lenguas que siempre andaban sueltas
Se
encerraron en unas bocas secas por el miedo
Aquella
mañana el sol regaló su mejor fuego
Las
calles se inundaron de un grito ciego
Ana
quiso cambiar su casa por un mundo nuevo
De
tanto soportar un amor que solo era daño
De
tanto llorar de noche asomada a la ventana
De
creer en palabras dulces rellenas de engaño
De
sueños sin cumplir y promesas rotas
Ese
día se cansó de ser la amante devota
A
la hora de la siesta abandonó el martirio
Con
una maleta y un pañuelo en la cabeza
Le
regaló el sueño eterno a su marido
Nadie
olvidó a aquella mujer que amó
Que
solo tuvo un corazón descosido
Nadie
supo jamás de aquel dolor escondido
Nada de lo que has escrito tiene desperdicio..es un placer para el alma leerte..gracias !!!!!!
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