En la última noche de un otoño sin hojas
Quedaron calladas las palabras de amor
Escaparon de la nostalgia los pájaros
Las manzanas perdieron su sabor
Llego invisible el dios del dolor
Con su manto negro cubrió la tierra
Todos lloraron, eran tiempos de tristeza
Las manos dejaron de sentir caricias
Las miradas solo veían sombras
Las almas se escondieron de sus cuerpos
Nadie encontraba un hueco de luz
Pidieron ayuda al dios de la esperanza
Murió de cansancio, invadido por la añoranza
Las plegarias no sonaron en un espacio sin aire
Nadie las oyó, solo hubo silencio
Los niños perdieron la inocencia
Los adultos caminaban sin rumbo ni conciencia
Todos los caminos eran de piedra negra
Todos los pies andaban descalzos
Ya nadie sentía el dolor de un extraño
Nada parecía verdad, todos creyeron al negro engaño
Se instaló para siempre en el hombre la vileza.
Todos lloraron, eran tiempos de tristeza
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