En un lugar donde solo habitaba la alegría
Llegaron los habitantes de la ciudad gris
Vinieron cargados de llanto y rabia
Sus vestidos eran trajes elegantes y parcos
En sus caras se adivinaba la soledad
Sus manos ofrecían un saludo gélido
Sus ojos no sabían mirar a un niño
Por donde pisaban dejaban huellas de miedo y dolor
Las gentes del lugar temblaron al ver la silueta de sus cuerpos
Cuerpos hechos del sufrimiento ajeno
Seres sin alma que se nutrían de la desesperanza
Buscadores de ausencias para llenarlas de soledad
Portadores de mentiras e iniquidad
Mercaderes de angustias disfrazadas de esperanza
Llegaron para confundir al hombre bueno
Llegaron para desterrar la sabiduría y la sensatez
Hablaron de un mundo nuevo y brillante
Enseñaron monedas con rostros a venerar
Confundieron al pueblo con sus lisonjas
Ganaron una guerra, las gentes se rindieron
Aún siguen cautivos, aún siguen perdidos
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